Doñana es un mosaico natural que acoge una de las mayores joyas ecológicas de Europa, pero también es un espacio en el que la huella humana y la vida salvaje han convivido durante siglos de forma singular. En ese equilibrio entre cultura y naturaleza, el caballo ocupa un lugar privilegiado. Majestuoso, resistente y profundamente ligado a las tradiciones locales, el caballo en Doñana no es solo un testigo del tiempo: es protagonista de una historia que todavía hoy se escribe cada día entre marismas, dunas y pinares.
Raíces históricas del caballo en Doñana
La presencia del caballo en la comarca de Doñana se remonta a tiempos antiguos. Desde la Edad Media, cuando estas tierras eran propiedad de reinos cristianos tras la Reconquista, el caballo fue esencial para las labores de pastoreo, transporte y defensa del territorio. Las marismas, por su difícil acceso, requerían animales fuertes y acostumbrados a terrenos fangosos y cambiantes. Así, se fue desarrollando un tipo de caballo perfectamente adaptado a este entorno: el caballo marismeño, también conocido como el caballo de las marismas.
Este animal, más pequeño y ágil que otras razas, es descendiente directo de los antiguos caballos ibéricos, con influencia genética africana, debido a los contactos históricos con el norte de África a través de la costa andaluza. Con los siglos, se consolidó como una raza semisalvaje que vive en libertad durante gran parte del año, especialmente en las zonas húmedas del parque nacional.
Un icono de tradición y cultura
Pero el caballo en Doñana no es solo un elemento funcional del pasado ganadero. Es también una figura central en la identidad cultural de los pueblos que rodean el parque, como Almonte, El Rocío o Hinojos. Ferias, romerías, desfiles y procesiones no se entienden sin su presencia elegante, sin los cascos marcando el ritmo en las arenas blancas de los caminos.
Uno de los momentos más emblemáticos es la Romería del Rocío, en la que miles de peregrinos cruzan Doñana a pie, en carretas o a caballo, haciendo del camino una manifestación única de fe, convivencia y devoción. El caballo es entonces símbolo de nobleza, tradición y conexión con la tierra.
El arte ecuestre y la doma vaquera también forman parte del patrimonio inmaterial local. La forma de montar, el uso del caballo en labores de campo y la vestimenta tradicional reflejan una sabiduría transmitida de generación en generación, donde el respeto al animal y la simbiosis con la naturaleza son valores fundamentales.
Vida salvaje y equilibrio ecológico
Una de las particularidades más llamativas de Doñana es que, a diferencia de otros parques nacionales, aquí los caballos conviven en libertad con especies salvajes como ciervos, linces ibéricos, jabalíes o miles de aves migratorias. Los grupos de yeguas y potros marismeños se mueven por las zonas inundables, alimentándose de pastos y juncos, sin intervención humana directa durante la mayor parte del año.
Este comportamiento semisalvaje aporta valor ecológico al ecosistema. El pastoreo natural que realizan los caballos contribuye al control de la vegetación, evita incendios, mantiene abiertas las zonas de marisma y, en cierto modo, sustituye el papel de grandes herbívoros que hoy no existen en estas latitudes. Además, su presencia es un indicador del estado de salud de los pastos y del equilibrio entre biodiversidad y actividad humana.
El caballo, por tanto, es también un agente ecológico dentro del parque, que contribuye de forma indirecta a la conservación del entorno natural, especialmente en los espacios protegidos donde se regulan cuidadosamente los usos tradicionales.
La Saca de las Yeguas: una tradición viva
Cada 26 de junio, desde hace más de cinco siglos, se celebra uno de los eventos más significativos de esta relación entre el ser humano, el caballo y la naturaleza: la Saca de las Yeguas de Almonte. Se trata de una tradición ganadera y religiosa que ha sobrevivido al paso del tiempo y que hoy emociona tanto a locales como a visitantes.
En esta jornada, los yegüerizos —hombres a caballo encargados de reunir el ganado— se adentran en las marismas de Doñana para buscar a las yeguas que han pastado en libertad durante todo el año. Acompañados por sus caballos, recorren kilómetros de territorio hasta formar grandes grupos que luego atraviesan las arenas y caminos hacia el pueblo de Almonte.
Allí, las yeguas y potros son bendecidos en la Parroquia de la Asunción, se someten a labores de herraje, revisión veterinaria y selección de ejemplares para la cría o la venta. Algunas regresarán después al campo; otras serán integradas en explotaciones ganaderas.
La Saca de las Yeguas no es solo un espectáculo visual de extraordinaria belleza, sino también un rito cargado de simbolismo: es el momento en que la naturaleza se entrega al pueblo, y el pueblo devuelve el cuidado y el respeto por lo que la marisma ha ofrecido. Declarada Fiesta de Interés Turístico de Andalucía, es una cita que atrae a amantes de la cultura, la etnografía y la vida rural.
El caballo hoy: conservación y futuro
En la actualidad, varias asociaciones y entidades trabajan para proteger al caballo marismeño, una raza en peligro de extinción reconocida oficialmente desde 2003. Se desarrollan programas de cría controlada, estudios genéticos y estrategias para garantizar su futuro sin romper el vínculo con su entorno natural.
Desde el punto de vista turístico, el caballo también se ha convertido en un atractivo fundamental para quienes visitan Doñana. Las rutas ecuestres por caminos tradicionales, las exhibiciones de doma, la observación de manadas en libertad o eventos como la Saca de las Yeguas ofrecen al visitante una experiencia auténtica y profunda del parque y su cultura.
En Doñana Reservas, aunque nuestras visitas se realizan en vehículos 4×4 para minimizar el impacto en el entorno y facilitar el acceso a zonas protegidas, no podemos dejar de reconocer y celebrar el papel crucial que el caballo ha jugado y sigue jugando en este territorio.
Conclusión: más que un animal, un símbolo
El caballo en Doñana es mucho más que un animal bello o útil. Es símbolo de historia, de arraigo cultural y de sostenibilidad. Forma parte de una narrativa única en la que el ser humano y la naturaleza no están enfrentados, sino que colaboran y se moldean mutuamente. En sus cascos se escucha el eco de generaciones, el rumor del agua en la marisma y el pulso de una tierra que sigue viva gracias a quienes la aman y la cuidan.
Además, en nuestras rutas guiadas en todoterreno por Doñana, el caballo marismeño es una de las especies más representativas que los visitantes pueden observar en libertad. A menudo se le ve en grupos familiares desplazándose por las marismas o pastando serenamente entre los juncales, lo que ofrece una oportunidad única para contemplar este magnífico animal en su hábitat natural y comprender su papel dentro del equilibrio ecológico del parque.
Visitar Doñana es también conocer y entender a sus caballos: observarlos en libertad, admirar su fortaleza, y valorar el enorme legado que representan. Y para quienes tienen la suerte de vivir de cerca la Saca de las Yeguas, será difícil no emocionarse ante un espectáculo que resume la esencia de esta tierra mágica.