Doñana en Noviembre

 

En Noviembre comienza a llegar las primeras lluvias y se vuelve las temperaturas más frescas. A veces, en los amaneceres nos acompaña una niebla que nos permite ver hasta las telarañas que concienzudamente las arañas hacen entre las hojas de los verdes y húmedos lentiscos.

Con estas lluvias, comienza a humedecerse la tierra y a rebrotar las hojas y las hierbas del suelo del bosque, aportando a la pintura unos colores más vistosos y llenos de vida.

Las flores otoñales como la lila mandrágora y el blanco narciso, abren sus pétalos para regalarnos un espectáculo de color entre el verdor.

Las acebuchinas de los grandes acebuches, ya están crecidas y los grandes bandos de estorninos aprovechar para alimentarse.

Las bellotas de los centenarios alcornoques comienzan a madurar y con su caída, llega grandes tropas de ciervos buscando la sabrosa recompensa tras un largo mes de “berrea”. A veces, tenemos la suerte que nos regala cómicas imágenes, como la de un macho zarandeando con sus grandes cuernas al gran árbol para hacer caer aquella bellota que le gustó.

Foto realizado por Elena Boa Martín.

El agua de los pequeños arroyos que recorre Doñana, recogen de nuevo agua y nos acompaña su sonido surcando el bosque.

En un proceso lento, las marismas comienzan a recoger agua. La arcilla polvorienta que ha dejado su paso el verano, recobra vida con las pequeñas aves limícolas que revolotean en ella, como son cigüeñelas, agujas colinegra, ibis, garcetas comunes, entre otras muchas especies.

 

De un día para otro, el azul del cielo se rompe con grandes bandos de aves que vuelan exhaustas desde sus lugares de origen.

Grullas en vuelo (Gru gru)

 

En Otoño, es el momento de darle la bienvenida a las aves invernales, aves de Europa que el frío las trae a  pasar el invierno más templado en las tierras de Doñana. Comienza a sonar el trompeteo de la grulla, el cantar del ánsar y el trino de los pequeños paseriformes como la lavandera blanca. 

 

También les compaña el elegante vuelo de la rapaz, Milano real, el cual se encuentra en peligro de extinción y el fácil avistaje de otras rapaces como el ratonero o el aguilucho lagunero.

Todo esto mencionado,  junto con el olor que nos acompaña de la suave brisa en la diversidad de ecosistemas, hace que la visita a Doñana sea una experiencia única e inigualable.

 

  • Artículo realizado por la experiencia de Elena Boa Martín: Bióloga y Guía del Parque Nacional de Doñana.