Las lluvias caídas estos días comienza a dar un respiro a la interminable sequía que llevamos sufriendo desde el pasado año.
Estas primeras lluvias están consiguiendo empapar la tierra. Es increíble como la fisonomía del paisaje de Doñana se está transformando, dejando atrás el color pajizo del verano para darle la bienvenida al maravilloso color verde, el color de la esperanza.
Algunas zonas, como la llamada “marisma madre” que se encuentra en la Aldea del Rocío, vuelve a tener agua. Esto es porque existen puntos concretos de desagües de arroyos, lo que ayuda que algunos puntos se llenen más rápido que otros. Para otras lagunas del parque Nacional de Doñana se necesita una precipitación directa sobre ellas para que vuelva a correr el agua. Así que, podemos decir que estas lluvias son muy bienvenidas aunque insuficientes.
Cuando llega el verano y el agua se evapora por completo, la arcilla de la marisma se seca tanto que
Por lo que nos está dejando ver la marisma, aún queda muchos litros para conseguir inundar los grandes lucios de Doñana, pero estas primeras lluvias han conseguido dar un gran respiro a nuestros humedales y las criaturas que habitan en ella.
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