Alcornoque. Un ecosistema propio

Las principales especies arbóreas y arbustivas que pueblan la autóctona Doñana, son capaces de producir ingentes cantidades de oxígeno, retener un volumen considerable de agua, contener un buen suelo, producir materiales de alto valor y dar cobijo de especies animales y vegetales.

La mayor parte del bosque está formado por alcornoques y encinas con un sotobosque muy rico en especies como

lentiscos, mirtos, zarzas, romero, madroño, etc. y donde se asientan comunidades animales de alto valor ecológico como el águila imperial ibérica, gineta o el lince.

En Doñana existen grandes ejemplares de Alcornoques (Quercus suber) los cuales constituyen las famosas “pajareras donde se asientan grandes colonias de ardeidas.

A parte de dar cobijo a estas aves, es la principal guarida del lince ibérico, concretamente de la hembra lince. Cuando esta lince va a tener sus cachorros busca una adecuada oquedad en el tronco de este majestuoso árbol, es decir, una amplia trueca para poder tener sus cachorros dentro de ella.

¿Por qué hace esto? De esta forma la lince se asegura de salvaguardar a sus crían ante posibles depredadores, a la vez que las protege de los cambios de temperaturas que puedan haber en el ambiente gracias a la corteza que lo protege.

Su gran corteza que recubre su tronco es lo que diferencia este árbol de otras especies arbóreas, como la encina. La corteza es lisa en su juventud, se va haciendo cada más grueso con el paso de los años formando profundas grietas, las cuales, dan cobijo a miles de invertebrados.

Sus raíces son muy fuertes y se desarrollan en todas direcciones formando raíces superficiales que generan nuevos brotes. Tiene una floración continua desde Abril e incluso en otoño dando unas bellotas con maduración anual en tres etapas; septiembre, otoño y las últimas en enero. Pocas de estas bellotas llegan a madurar ya que son muy deseadas con diferentes especies de fauna.